ADOLESCENTES CONECTADOS: LA MEDICIÓN DEL IMPACTO DEL MÓVIL EN LAS RELACIONES SOCIALES DESDE EL CAPITAL SOCIAL (PARTE 3ª Y ÚLTIMA ) | DRA. Mª JOSÉ VIDALES Y PROF. CHARO SÁDABA | UNIVERSIDAD DE NAVARRA
3. Análisis y resultados
Los resultados muestran que el número de contactos y la relación con personas de ámbitos más amplios, distintos al propio barrio, influyen de manera positiva en el capital social generado en ambos espacios. Tanto el sexo como el curso académico afectan de modo positivo en la creación de este recurso, lo que significa que su crecimiento puede ser mayor según se trate de chicas y también en la medida en que sean cursos más avanzados. También la variable sobre la posesión o no de un teléfono móvil propio resulta especialmente significativa: cuanto más personal es el dispositivo (no compartido) mayores son las posibilidades de aumentar el capital social.
En el caso del capital social físico, conformado por las variables que tienen que ver con las actividades realizadas
y la composición de las comunidades en este ámbito, tanto el número de contactos como la calidad de estos resultan
significativos. La calidad de los contactos consiste en una variable creada al dividir el número total de contactos con
quienes los jóvenes se relacionan a través del móvil entre los contactos principales. Por lo tanto, puede decirse que
cuanto mayor es el número y la calidad de los contactos, mayor es el impacto que el uso de este dispositivo tiene
en el capital social físico. También resulta significativa la relación con personas de ámbitos más amplios. Por último,
el sexo y la estructura familiar influyen en la creación de este recurso.
El número de contactos influye también de manera significativa en el capital social móvil. Los indicadores que sirven para medir este recurso son la frecuencia de la comunicación «online» y la composición de las comunidades en este ámbito. Este recurso se ve afectado de manera significativa por las relaciones con entornos más extensos, además del propio barrio, incluyendo a personas de la ciudad y del país en general; de la misma manera se ve afectado por el sexo y el curso académico. Además, la posesión de un móvil propio influye especialmente en la creación de capital social «online».
Como se ha explicado antes, la confianza generada mediante la comunicación móvil se ha medido como un componente aparte de los men- cionados por Katz y otros (2004). Los resultados que aparecen en la Tabla 4, muestran la manera en que el capital social objetivo influye de manera positiva en la generación de confianza, que se traduce en una mayor cantidad de información compartida mediante el móvil. También el tipo de espacios que utilizan para comunicarse, en la medida en que pasen de medios abiertos a otros más privados, influye en la creación de este recurso. Por último, la preferencia de los jóvenes por comunicarse con otras personas cara a cara, incide de manera positiva en la confianza, y por eso es capaz de enriquecer las relaciones que mantienen entre sí.
4. Discusión y conclusiones
Son muchas las conclusiones que se pueden extraer del estudio realizado. En primer lugar, se acepta la hipótesis que afirma la necesidad de una medición objetiva del capital social para identificar componentes de la comunicación mediada por el móvil que influyen de modo significativo en este recurso. El impacto reflejado en los resultados, a través de la elaboración de un índice de capital social, se diferencia significativamente del percibido por los propios jóvenes.
Entre las variables sociodemográficas que influyen en el capital social objetivo destacan el curso académico, que influye en las relaciones que mantienen en el ámbito «online», mientras que la estructura familiar tiene un impacto relevante en las relaciones fuera de Internet. Por su parte, la variable sexo tiene un impacto significativo en el capital social total.
La comunicación mediada por el móvil influye de forma positiva en las relaciones sociales de aquellos adolescentes que se muestran más capaces de conciliar sus actividades dentro y fuera de la Red, como por ejemplo, cuando se comunican con cierta frecuencia a través del móvil, a la vez que mantienen el mismo o mayor contacto con sus amigos fuera de Internet. También ocurre cuando el grupo de amigos que gestionan a través de este dispositivo incluye a personas de otros colegios, barrios o ciudades, permitiendo una mayor diversidad. La interacción online a través del móvil y las relaciones fuera de Internet se complementan, de modo que no se producen desequilibrios que afectan negativamente a sus relaciones sociales.
El análisis realizado de forma independiente en ambos espacios, dentro y fuera de la Red, fue posible mediante la elaboración de un índice que tuviera en cuenta la frecuencia con la que los jóvenes se comunican y la diversidad de los grupos que forman. De acuerdo con los resultados, determinados componentes de la comunicación mediada por el móvil, como el número de contactos y la localidad o globalidad de las relaciones, impactan significativamente en ambos tipos de capital social, y por ello tendrían que desarrollarse de modo equilibrado en los dos espacios. Otros, como la calidad de los contactos que mantienen, afectan especialmente a las relaciones en el ámbito fuera de Internet, por lo que parece necesario mantenerlas y reforzarlas. Tal como lo explicaban Turkle (2011) y Baym (2011), asegurar el contacto cara a cara es vital para conseguir que el uso del móvil tenga un impacto positivo en las relaciones sociales de los adolescentes. Por lo tanto, además de la capacidad de distinguir ambos espacios, para que la comunicación mediada sea positiva es necesario crecer en el número de contactos y ámbitos de relación de modo equilibrado, prestando atención al contacto físico y a elementos sociales que permitan el trato con otras personas.
En el trabajo se analizó también el grado de confianza que se genera en la comunicación mediada y que, de acuerdo con los resultados, se relaciona de manera positiva con el índice de capital social. Esto apoya el argumento de Putnam (2000), para quien la confianza es una consecuencia y no un elemento constitutivo del capital social. El uso de espacios privados para comunicarse y la posibilidad de hacerlo también cara a cara, destacan por su inci- dencia positiva en este recurso.
Por último, la construcción de la propia identidad mediante el uso del móvil se ve especialmente afectada por el uso de WhatsApp, que se relaciona de forma significativa con la importancia que, de manera particular las chicas, dan a los comentarios de lo que comparten a través de Internet, y con la frecuencia con que cambian su foto de perfil en las redes sociales.
En el futuro, sería relevante profundizar en la relación entre un mayor afán de construcción de la imagen personal en espacios virtuales y la calidad de las relaciones sociales que mantienen los jóvenes. Habría que indagar de qué manera esta influencia puede ser positiva, sin convertir el móvil en un dispositivo indispensable para su desarollo personal y social. Resultaría también útil conocer qué prácticas fuera de Internet permiten contrarrestar el efecto que tiene una dependencia excesiva o inadecuada del móvil.
Cabría considerar también trasladar este índice a grupos de adolescentes en otros contextos territoriales. Aunque se trata de un trabajo realizado en la Comunidad Foral de Navarra, el uso del móvil se ha convertido en una práctica habitual entre los jóvenes en diferentes culturas (Campbell, Ling, & Bayer, 2014; Ling & Bertel, 2013; Mascheroni & Olafsson, 2016; Vanden-Abeele, 2016), y pueden surgir distintas percepciones y usos de este dispositivo que podrían afectar de un modo particular a sus relaciones sociales.
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