DESCONEXIÓN DIGITAL: RECUPERA EL CONTROL DE TU ATENCIÓN | IESE

No tenemos que recurrir a grandes estadísticas globales para darnos cuenta de la importancia que tienen hoy los problemas de salud mental en nuestra sociedad. Basta con que te preguntes a cuántas personas conoces con síntomas de estrés, ansiedad, depresión o burnout.

Los casos diagnosticados como severos – que impiden que la persona mantenga una vida funcional – son los que suelen llegar a manos de especialistas. Pero la mayoría de nosotros experimentamos en varios momentos del año dosis significativas de ansiedad o estrés, que gestionamos lo mejor que podemos.

Son muchas las causas que provocan estas sensaciones en nuestro cuerpo y mente. A veces se trata de situaciones muy complicadas, como la enfermedad de un ser querido, o de asuntos más cotidianos, como un pico de trabajo, quedarse atrapado en un atasco o mudarse a otro piso. Lidiar con ellas no siempre es sencillo, pero tomar consciencia de cómo reaccionamos ante determinados acontecimientos, recurrir a herramientas de autoayuda o pedir apoyo profesional son recursos que casi todos tenemos a nuestro alcance.

¿No puedes vivir sin tu móvil? No es por casualidad

Por otro lado, más allá de estas circunstancias puntuales, cada vez más estudios señalan que el contexto digital en el que vivimos – con dispositivos que nos permiten estar en contacto en todo momento – supone una fuente constante de estrés, ansiedad e insatisfacción, tanto en casa como en la oficina.

Piensa por un momento: ¿cuántas veces al día consultas tu email? ¿Cuántas notificaciones recibes en tu móvil? ¿Cuántas interrupciones se producen en cada reunión que tienes? ¿Cuántas horas de ocio a la semana pasas saltando de un vídeo a otro? ¿Cuántos planes cambian en el último instante?

En este entorno, además, muchos directivos se ven atrapados en una doble espiral de dependencia. Por un lado, tienen serias dificultades para dejar de trabajar, ya sea en sus hogares o en época de vacaciones: poder conectarse desde cualquier lugar también provoca que se vean obligados a hacerlo y que se sientan imprescindibles 365 días al año. No en vano, siempre habrá algo más por hacer. Y, por otro, el acceso ilimitado a nueva información y datos actualizados en tiempo real sobre el negocio también puede generar perturbaciones que afectan a su bienestar y a sus decisiones.

Obviamente, la tecnología es hoy en día una herramienta fundamental para trabajar, para comunicarnos, para expresarnos, para promover movimientos sociales o para aprender. Pero los modelos de negocio en los que se basan la gran mayoría de dispositivos y aplicaciones del mercado se sustentan sobre un diseño con un objetivo muy claro: que pasemos el mayor tiempo posible utilizándolos.

El bombardeo de contenido, notificaciones, noticias, artículos, mensajes, vídeos, actualizaciones, emojis o me gusta actúa sobre nuestro cerebro como un torrente continuo de estímulos y pequeños momentos de gratificación. Cada campanilla o globo rojo que vemos en la pantalla es un incentivo que nos hace sentir bien momentáneamente, pero que fomenta la dispersión mental, el estrés, el FOMO, la ineficiencia y los comportamientos adictivos.

Contrariamente al tipo de interrupción que puede suponer una llamada o una visita al despacho, las notificaciones digitales tienen un impacto inmediato en nuestra percepción en forma de recompensa. De esta manera, la tecnología se convierte más en un salvavidas que en un medio a nuestro favor y desvía sin previo aviso lo más preciado que tenemos: nuestro tiempo y nuestra atención.


Fuente: iese.edu

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