LAS LINDES DEL COMPAÑERISMO | LORENZO RAMÍREZ | ASESOR RRHH | ALUMNI PADE
¿Dónde empieza
y dónde termina?
¿Qué debemos a nuestros
compañeros y que podemos esperar
de ellos?
La Real Academia de la Lengua Española define el Compañerismo como “el vínculo que existe entre compañeros” y, en una segunda y próxima acepción, como “armonía y buena correspondencia entre compañeros”. A su vez, dice que Compañero, es la “Persona que se acompaña con otra para algún fin”, es decir, que comparte estudios, trabajo, ideas, un deporte o cualquier otra actividad.
Sobre esto, bueno será subrayar que no se limita sólo a un efecto, a una relación, a un vínculo, sino que se trata también de un sentimiento, de una actitud, de una manera de comportarse, que se caracterizan por la colaboración, la confianza y el apoyo mutuo de quienes pertenecen a un mismo grupo o tienen un objetivo común.
Es un valor que nos inculcan desde nuestra más tierna infancia como pauta de conducta, como norma básica de convivencia que aplica inicialmente en el ámbito familiar, escolar y deportivo y que se va desarrollando en todos los entornos en los que nos movemos -social, asociativo, profesional…- hasta el punto de configurarse como un elemento absolutamente esencial e incuestionable para el funcionamiento de los equipos en los que nos vamos integrando, de modo que su carencia -“Falta de Compañerismo”- resulta fuertemente reprochable
Es un elemento que no se frena en el plano emocional generando colaboración, armonía y buen ambiente, sino que se manifiesta igualmente en el material, abriendo el paso a una mayor probabilidad de éxito, a un incremento de la eficiencia individual y colectiva (tanto en cantidad como en calidad) y, consecuentemente, a una mayor productividad.
No cabe la menor duda, por tanto, de su importancia y su beneficio, pero ¿sabemos, a ciencia cierta, a qué nos obliga y qué nos garantiza?. ¿Qué comportamientos nos demanda lícitamente el grupo y qué podemos esperar de él, sin miedo a frustrar ni a sentirnos frustrados por esperar respuestas que no alcanzan o que exceden el compañerismo?
Aquí va un mapa que puede
darnos una imagen
meridianamente clara de dónde se sitúan sus principales fronteras y de cuáles
son los dominios que la circundan.
Aunque en ambos
territorios abundan la empatía, el
respeto, la solidaridad, el compromiso, la lealtad, e incluso, la cortesía, las Tierras de la Amistad
demandan, un nivel más elevado de cada una de ellas, un peldaño más alto
en la escalera de la intimidad, y en
la base de toda la relación, un sentimiento de
especial afecto y simpatía, denominado
“cariño”.
De hecho, podemos disfrutar de compañeros excelentes, serios, implicados, cargados
de responsabilidad y sentido del deber y, sin embargo,
carentes de ese singular
sentimiento de estima y apego. La amistad es, esencialmente, una relación “one to one” que no se
circunscribe al proyecto, al objetivo común o al grupo al que se pertenece, como lo hace el compañerismo; es
esencialmente más amplia y
profunda.
Un buen amigo
está disponible, incluso, en su tiempo de descanso, nos ofrece toda su capacidad de escucha, es
especialmente empático, atento y generoso, brinda
consuelo y consejo…Son éstas unas conductas que, como decimos, exceden
al compañerismo.
No puedes
esperar de un compañero que incremente su esfuerzo para que tú reduzcas el tuyo, que sea capaz de
sacrificar su tiempo libre escuchando tus preocupaciones, que te ayude a progresar
aún en merma de sus probabilidades…,
pero si recibes de un colega ese trato tan particular, ten por seguro
que no es un simple compañero, sino un verdadero amigo.
Bien es verdad que una de las mayores fuentes de la amistad es, precisamente, el compañerismo, de modo que ambas relaciones se pueden solapar y fundir en una sola. Son muchas horas las que compartimos con algunos de nuestros compañeros de trabajo, con los miembros del mismo equipo, al igual que compartimos espacio físico, herramientas, normas, jefes, procedimientos, sensaciones, problemas, éxitos, fracasos… Y ya dice el refrán que “El roce hace el cariño”.
Linda al Sur con la Región de los Escasamente Conocidos
La misma Real Academia define a los Conocidos como “personas con las que se tiene trato, pero no de amistad”. Viven en las Tierras de la Distancia Visible.
Conocido es el prójimo que nos acaban de presentar, el empleado de otro departamento con el que tenemos una relación superficial, el vecino al que vemos cuando bajamos la bolsa de la basura, el camarero que todos los días nos sirve el cortado mañanero, pero también el hincha de nuestro mismo equipo de fútbol o de nuestra empresa al que no conocemos o sólo vemos puntualmente. Y esto, porque el Compañerismo requiere, además de estar adscritos y enraizados en un grupo o perseguir conjuntamente un objetivo común, una mayor proximidad y una relación sostenida en el tiempo. Sin “roce” se desdibuja.
Es esta Región de los Escasamente
Conocidos, un territorio con muchos
más habitantes de lo que pensamos, pero a los que apenas tenemos en consideración
por su escasa o nula influencia en nuestras vidas, salvo, por supuesto,
cuando migran hacia el
norte.
La educación, la corrección, la
amabilidad y la cortesía conforman, en esencia, el trato que podemos esperar de un conocido y el que habríamos
de brindarle. Lo que ofrezcamos sobre
esto será generosidad y lo que demandemos de más, optimismo; y a nadie se le escapa que, lamentablemente, no
siempre vamos a recibir ese trato
educado y amable del que hablamos. Seguro que, en más de una ocasión, habremos oído expresiones auto-justificativas del
tipo “Es que yo, a ese señor, no le debo nada”.
Limita al Este con las tierras de lo Ilícito y lo Deshonesto
No es “compañero” quien te pide ayuda para actuar de manera inmoral,
deshonesta o ilegal,
convirtiéndote, incluso, en un “cooperador necesario”, en un “compinche”, en un delincuente,
No lo es quien
te requiere con el fin de que le sirvas de falso testigo, para que mientas o camufles sus irregularidades o
infracciones o para que lo ayudes a impedir
que salgan a la luz convirtiéndote en un “encubridor” y así poderse aprovechar de los efectos de su ilícita acción.
No eres tú el que rompe los lazos del compañerismo, es quien espera de ti, e incluso te demanda, este tipo de comportamientos.
¿A que no avalarías con tu patrimonio a alguien de comportamiento claramente irregular?. Pues es, ni más ni menos que esto, lo que te demandan en estas tierras, que los respaldes poniendo en juego tu buen nombre, tu honestidad, la imagen que todos tienen de ti, tu trabajo e incluso tu propia libertad. Eso es lo que arriesgas. De ningún modo te sientas comprometido.
Es posible que, en estos casos, algunos te tachen de mal compañero, desleal o renegado, e incluso que utilicen términos mucho más ordinarios e insultantes, pero hay que resistir y evitar caer en la fácil tentación de secundarlos por querer “quedar bien” o por simple miedo al rechazo.
Limita al Oeste con el Reino Oscuro de “Las Mayorías”
Es incuestionable que el Compañerismo, al que le cabe el orgullo de elevar a primer plano el bien común del grupo y subrayar que la unión de sus miembros “hace la fuerza”, demanda la comprensión, la colaboración, la solidaridad y el compromiso de todos, pero siempre hay límites que debemos respetar, si no queremos adentrarnos en el “Lado Oscuro de la Fuerza”. Hasta lo bueno, por exceso, puede llegar a tornarse en nocivo.
Y justamente no es otro el problema de esta comarca, cuyos habitantes radicalizan la idea de que el interés del colectivo, por definición, está por encima del de sus integrantes, sin más término ni consideración que alguna situación puntual, no siempre sencilla de asumir y que en ningún caso crea precedente. Es una región en la que los derechos individuales quedan visiblemente arrinconados, plagada de arenas movedizas y contornos difusos debido a la disparidad de criterios que se utilizan para determinar por dónde discurre exactamente la línea divisoria que lo separa del “Buen Compañerismo”; criterios que, en muchas ocasiones, no sólo dependen de las creencias y valores de quienes los definen, sino también del lado en que se encuentren en cada momento (dentro o fuera de la mayoría que dictamina qué interés es prevalente).
¿Qué ocurriría si el equipo decidiera hacer o dejar de hacer algo con lo que tú no estuvieras de acuerdo?. ¿Tendrías que asumirlo en cualquier caso?. Dicho de otro modo: para ser buen compañero, ¿debes acatar siempre lo que la mayoría del grupo decida, aunque vaya contra tus derechos más elementales?,¿contra tu libertad, tu integridad física, tu honor o tu patrimonio?
Si tres hermanos náufragos, que han logrado
alcanzar contigo una única lancha salvavidas, visiblemente incapaz soportar el peso de los cuatro, se
ponen de acuerdo para que seas tú
quien la abandone y salte al agua, ¿no habrán de esperar que te niegues? ¿Sería
insolidario por tu parte proceder
de esta manera?
Si tus
camaradas se animan a repartirse tu desayuno, ¿pasarías a ser un mal compañero
de negarte e intentar
evitarlo?
¿El entretenimiento y la diversión del colectivo le otorga, acaso, el derecho a burlarse o abusar del más torpe, del más débil o del más feo, por aplastante que sea la mayoría de dicho colectivo?
Si en contra de la voluntad de unos pocos, un amplio grupo de estudiantes decide no acudir un día a la sesión de una determinada disciplina, o si buena parte de los miembros de una asociación o de los trabajadores de una empresa acuerdan participar en una determinada manifestación o convocar una huelga, ¿es justo que esos pocos estén obligados a secundarlos, y que de no hacerlo, se vean amenazados, coaccionados, tildados de “esquiroles”, o despreciados?
Pues bien, el
peligro de estas tierras es que en ellas abundan los que, movidos por sus convicciones y/o sus intereses,
responden afirmativamente a este tipo de cuestiones. Asumen que el grupo, no sólo ha de trabajar
en intentar convencer a los que no lo están, sino que,
además, de no lograrlo, resulta esencialmente lícito obligarlos, exigirles que actúen conforme el colectivo decida.
Sin duda, el hecho de ser numéricamente superiores por coincidencia de opiniones
o intereses genera mayor fuerza, pero no, necesariamente, más ni mejor razón ni derecho.
Así pues, no se nos olvide, el Compañerismo, que es algo verdaderamente grande, linda al Norte con la Amistad y al Sur con los Escasamente Conocidos, pero limita al Este con la Ilicitud y la Deshonestidad, y al Oeste con la Relegación de las Personas como individuos con derechos.
¡Cuidado!, ¡céntrate! Los movimientos verticales son importantes -unos más deseables que otros- pero los colaterales pueden llegar a ser verdaderamente letales. ¡Ni se te ocurra pisar esas fronteras y si, en alguna ocasión, de manera inesperada, te sorprendes en su interior, huye rápidamente hacia el centro e intenta alcanzar el País del verdadero, honesto y leal compañerismo!
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