IMPULSANDO AL EQUIPO | LORENZO RAMÍREZ | ASESOR RH | ALUMNI
Hace algún tiempo, un antiguo compañero me mandó un correo
preguntándome si tenía alguna fórmula que pudiera ayudarlo a lograr que los
miembros de su equipo se involucraran en un proyecto concreto que, no sólo
no les resultaba ilusionante, sino, ni tan siquiera, mínimamente apetecible.
Este SOS me trajo a la memoria un desencuentro que tuve, en mis lejanos
seis o siete años de edad, con lo que me pareció una enojosa y nada atractiva
sopa de pescado que mi progenitora tuvo la irrenunciable voluntad de que
ingiriera.
En demostración de una incipiente independencia de criterio, me negué en
redondo, ante lo que mi madre contestó con aquella expresión tan imperativa
y escasamente original de “…Pues no te levantas hasta que te la hayas
tomado”, que luego remató con un sensato y paciente “¡No seas cabezota!.
Sabes que al final te la vas a tomar; será mejor que lo hagas cuanto antes y
así te evitas estar ahí sentado toda la tarde”.
Las espadas se mantuvieron en alto durante dos o tres horas, pero sobre las
cinco de la tarde hice de tripas corazón y me tomé la sopa, absolutamente
helada y desagradable; y aunque, para salvar mi orgullo y demostrar que mi
derrota no había sido total, comenté muy digno y un tanto provocador, que
estaba riquísima, lo cierto es que me resultó tan repulsiva que no volví a
tomarla en los siguientes 50 años.
No es ésta una queja al viento por el trato recibido, que doy por sentado como
muy adecuado considerando mi carácter, mis escasas primaveras y las
restantes circunstancias del caso; es que, salvando la edad, parecía un calco
de la situación en la que se encontraba mi interlocutor: los miembros de su
equipo no soportaban la sopa que tenían delante; sabían que
inapelablemente se la iban a tener que tomar, pero rehuían llevarse la
cuchara a la boca y el contenido tenía, cada vez, peor pinta. Estaban frente a
un auténtico marrón, difícil, incómodo, ingrato, aburrido, o todo a la vez.
Probablemente, el jefe ya habría aportado todas las razones y argumentos
que se le habían ocurrido y no había conseguido abrirles el apetito. Quizás
habría logrado reducir el desagrado pero, de ningún modo, tornarlo en un
mínimo de ánimo ni de ilusión.
Y ocurre que, así como el alcohol fija el aroma de un perfume, la fuerza, a
veces, fija en las mentes el rechazo y la animadversión de lo que se ordena,
y aunque, pueda llegar a ser eficaz (que no eficiente) para conseguir un
determinado resultado, no persuade y jamás llega a generar ilusión ni
entusiasmo. Por el contrario, el razonamiento y la argumentación, sí que
ayudan a alinear, aunque tampoco suelen ser disparadores de cohetes de
emoción.
Pero, volviendo a mi amigo, lo cierto es que el escenario parecía altamente
preocupante, no sólo por la demora que se estaba produciendo en el
arranque del proyecto y por el previsible bajo ritmo y escasa calidad de lo que
serían sus resultados, sino también por el ambiente depresivo, fastidioso y
contaminante que se estaba generando y que, muy probablemente no iba a
ser nada fácil erradicar.
Sobre la marcha sólo tuve el acierto de enviarle un artículo en el que su autora
hablaba de las conocidas ocho iniciativas para potenciar la capacidad de
influencia del líder, impulsoras directas de la motivación positiva del equipo
(Escucharlos, darles Participación, Valorarlos, predicar con el Ejemplo,
hacerlos Sentir Capaces e Importantes, mostrarles Confianza, dotarlos de un
Ambiente seguro y unos Recursos adecuados, e inyectarles Entusiasmo).
Días después caí en la cuenta de que, esta solución, así planteada,
probablemente, no le iba a servir de mucha ayuda a plazo tan corto como él
precisaba. Sin duda, se trataba de recomendaciones muy útiles, pero, ¡claro!,
aparentemente, todas demandaban tiempo y esfuerzos para germinar, crecer
y madurar, por lo que no parecía previsible que fueran a dar fruto de manera
inminente.
Sólo, entonces, se me ocurrió preguntarme: ¿Qué hacemos habitualmente
cuando nos vemos ante un plato que no es enteramente de nuestro gusto, y
el protocolo, la cortesía o la necesidad nos lo impone?. Lo salpimentamos, le
añadimos limón, Tabasco, Ketchup u otra salsa o ingrediente para hacerlo
más apetecible; ¿no es cierto?. Tal vez pudiéramos hacer algo similar para
afrontar un problema extra-culinario.
La diferencia es que, en nuestro caso, no son salsas que se encuentren en
los supermercados “listas para llevar”, hay que elaborarlas, de modo que lo
primero sería elegir sus ingredientes y, sin duda, entre ellos, cobran especial
relevancia aquellas ocho iniciativas de las que hablábamos. Luego, habrá que
utilizarlos en las proporciones adecuadas, mezclarlos, batirlos, cocinarlos o
darles un punto de frío y un toque personal para adaptarlas al paladar de sus
destinatarios y restantes peculiaridades de la situación, con el fin de lograr,
más allá de reducir su ingrata apariencia y/o sabor, hacer nuestro proyecto
más apetitoso.
Finalmente, habrá que elegir la mejor temperatura y el momento más
adecuado para añadir la salsa al plato.
En la seguridad de que es éste un problema que se presenta con cierta
frecuencia en diferentes ámbitos, aquí van unas sugerencias a modo de
arengas, afirmaciones, preguntas y desafíos, por si a alguno pudieran serles
de utilidad:
- Salsa Compromiso, cuyo principal ingrediente es una llamada a la
responsabilidad y que podemos utilizar con expresiones como “Forma
parte de nuestro deber”, “Rendirse es traicionar nuestro compromiso”,
“Todo no va a ser de color de rosa”, “Es como en el matrimonio: en la
prosperidad y en la adversidad”, “Por esto también nos pagan”. “Hay
que sudar la camiseta”, “Es, precisamente en situaciones incómodas,
como ésta, cuando nos toca demostrar nuestra implicación”…
Se supone que el líder ya habrá servido el plato con este tipo de aliños,
pero solos, sin más condimento, suelen resultar claramente
insuficientes.
- Salsa Laureles, que añade un reconocimiento anticipado especial,
subrayando el valor de la tarea, admitiendo el esfuerzo que supone y
recalcando la confianza que se deposita en el equipo a que le ha
tocado en suerte: “No digo que no sea una tarea laboriosa y poco
gratificante, pero resulta tan indispensable como las otras”, “Confío en
ustedes, en su capacidad, en su empeño y en su espíritu de sacrificio”,
“Por incómodo, no subestimen la importancia de este trabajo;
recuerden que otros muchos necesitan estos resultados para construir
los suyos”, “De verdad que soy consciente del esfuerzo que vamos a
tener que hacer y les agradezco de antemano el empeño que seguro
van a poner todos”.
Como la anterior, por sí sola, no resulta especialmente exitosa.
- Salsa Solidaria, o “De Hoy por ti, mañana por mí”, que destaca cómo
el esfuerzo que se hace puede facilitar el trabajo de los demás y cómo,
en otras ocasiones, los roles serán justamente los contrarios. “Esta vez
nos ha tocado a nosotros, pero ni somos los primeros ni seremos los
últimos”, “Cuánto mejor lo hagamos más derecho tendremos en la
próxima ocasión de exigir resultados”, “El próximo año serán otros los
que asuman estas responsabilidades”…
Su efecto será más intenso si no sólo se limita a una expresión de
voluntad, sino si se convierte en fieles compromisos.
- Salsa Coraje, o “Salsa Desafío”, con un toque de ironía, picante y
provocadora de deseos de superar retos. Es un “¿Qué pasa?, ¿que ya
no sabemos?, ¿se nos han acabado las fuerzas?, ¿no podemos?, ¿o
es que tenemos la manicura recién hecha?”, “Claro que somos
conscientes de que es difícil/monótono/pesado, pero no me digan que
ya no nos queda capacidad ni fuerza para superarlo”. ¿Nos puede la
tarea?, ¿Nos rendimos, sin más?.¿A esto hemos llegado?.¡Venga!,
¡Vamos!
A veces, viene bien incorporarle una cucharada sopera de humor, por
ejemplo, rememorando a Leónidas (en el largometraje “300”):
“¡Espartanos, preparad el desayuno y alimentaos bien porque esta
noche cenaremos en el infierno!”.
- Salsa Proyección, que demanda un ejercicio de imaginación sobre
cómo viviríamos el proyecto si cedemos al desánimo y reflexionar
sobre la conveniencia de adoptar una actitud positiva:
“¿Vamos a dejar que la desidia y el abatimiento se cuelen en nuestras
vidas?”, “Piensen, por un momento, cómo serían estos días de trabajo:
¿tal vez desalentadores, deprimentes, interminables, aburridos…?, y
cómo nos sentiríamos a la terminación del proyecto, ¿quizás hastiados,
desganados, apáticos, indolentes…?. ¿Vamos a permitirlo?. No tiene
el menor sentido que, sabiéndolo, no hagamos nada para cambiar esas
sensaciones por otras más positivas”, “¿No sería esto puro
masoquismo?”.
- Salsa Analítica. Que demanda, como desafío adicional, averiguar la
forma de proceder para conseguir que la encomienda recibida se
pueda llevar a cabo con menor esfuerzo, de manera más interesante
y, por supuesto, de forma más eficiente. ”…Pero, antes del “manos a
la obra”, vamos a hacerle un análisis profundo, una resonancia
magnética, para averiguar cuáles son sus puntos clave y cómo
afrontarlo mejor”, “¿Han pensado cómo podemos hacer para aligerar
la carga de trabajo?, cuál es la mejor secuencia?”, “¿Podríamos, tal
vez, trabajar en…que faciliten el trabajo para próximas ocasiones?.
- Salsa Participativa, que pretende incrementar el sentimiento de
pertenencia activa al equipo, aumentar el nivel de implicación y
potenciar las iniciativas. “¿No es interesante?; ¡hagámoslo
interesante”. ¿Es aburrido?, hagámoslo divertido!; ¿Quién nos lo
impide?”, “¿Cómo dirían que podríamos hacerlo más liviano y mejor?”,
”¿Cómo creen que es mejor trocear el pastel que tenemos delante?”,
“Me encantaría conocer las iniciativas que se les vayan ocurriendo en
el transcurso del proyecto; sería muy interesante irlas compartiendo
con todos”, “¿Quién se encarga de…?”, “Necesitamos ideas sin ningún
filtro sobre el qué, el cómo, el cuánto…; luego elegiremos las más
adecuadas”, “Lo importante es aportar, contribuir”.
- Salsa Mejora, que remarca el reto de la superación, de hacerlo más
rápido, más claro, más seguro, más económico…. que la última vez, o
que como se ha venido haciendo hasta ahora. Es una llamada a la
profesionalidad, un desafío al orgullo. “No les quepa duda de que si
nos centramos en superar los resultados previstos se nos hará mucho
más interesante”, “No nos vamos a limitar a deshacernos del muerto,
lo vamos a revivir y hasta lo vamos a hacer bailar”, “Nunca nadie lo
habrá hecho como nosotros”, “Centrémonos, cada uno, en hacerlo
mejor y el tiempo pasará más rápido, será más entretenido y más
agradable y obtendremos mejores resultados”. “En lugar de esconder
la cabeza por posibles deficiencias, iremos con ella bien alta,
orgullosos del resultado”.
- Salsa Ocasión, es una de las de sabor más intenso porque pone de
relieve la posibilidad de aprovechar la oportunidad, de convertirse en
los super-especialistas y auténticos maestros, en los que lo harán
mejor y más sabrán del tema, y a los que el resto acudirá en demanda
de ayuda, asesoramiento y consejo “…¿Y si el resultado conseguido
nos lleva a ser considerados imprescindibles?”, “…¿Y si en base a ese
mismo resultado nos asignan en el futuro otras tareas de mayor
responsabilidad?”, “…¿Y si lo que parece tan ingrato, bien trabajado,
al final, resulta que nos abre una oportunidad de negocio?”, ¿Vamos a
quedarnos con los brazos cruzados esperando a ver si suena la flauta?
Hay que soplar y colocar bien los dedos para crear buena melodía.
¡Vamos a por ello!.”
- Salsa Caramelo, que consiste en ofrecer una atención, una
consideración durante el proceso o una pequeña recompensa informal
y festiva para cuando se haya conseguido: “En lo que dura el proyecto,
podremos empezar la jornada media hora después”, “Tendremos una
breve reunión diaria de coordinación con un café y algo dulce para
coger energías”, “Celebraremos con un vino el cierre de cada fase”,
“El día D nos iremos de cañas para celebrar el éxito”, “Lo festejaremos
comiendo. Yo invito”.
Bueno será considerar la inclusión del proyecto como uno de los
objetivos a conseguir en el año, especialmente, cuando su consecución
está ligada a la obtención de un bono.
- Salsa Adentro, que incorpora al líder en la actividad trabajando codo
con codo desde dentro, colaborando en vencer dificultades y dando
ejemplo (cuando menos, hasta lograr romper la inercia).
“Yo me voy a encargar de…”, “Por favor, el que tenga cualquier
problema que no vea cómo solucionar que cuente conmigo, estoy a
disposición permanente”, “En la medida de mis posibilidades, pueden
contar con que entraré en refuerzo de cualquiera de ustedes que así lo
requiera”.
Como en una fondue de carne, podemos tener a disposición tantas salsas
como seamos capaces de elaborar, pero lo que las hace especialmente
exitosas es servirlas con animosa convicción, con pasión, con verdadero
entusiasmo, contagiando nuestra emoción para lograr que nuestro equipo
descatalogue las tareas como “insufriblemente ingratas”. No es sólo
transmitirles el mensaje, la filosofía, sino acompañarlos en el camino
concreto, inyectarles ánimo, revivirlos.
Una de las funciones del líder es repartir trabajos, cometidos y
funcionalidades entre los miembros de su equipo procurando evitar la
adjudicación de “engorros y marrones”, pero cuando esas encomiendas
estén, inevitablemente, vestidas de amargo oscuro, nuestra responsabilidad
es esforzarnos en dulcificar las cargas y encontrar, con los miembros del
equipo, las oportunidades que, aún en estas circunstancias, de seguro van a
emerger.
No se trata de ocultar ni de engañar; se trata de ver el lado positivo, de añadir
el valor no percibido y de inyectar entusiasmo; y, como decíamos, no sólo
para asegurar el resultado, sino para impulsar el bienestar de los miembros
del equipo.
En lugar de adjudicar “marrones”
repartamos oportunidades, fortaleza de ánimo e ilusiones.
Gracias Ramiro por condimentar esta difil tarea de liderar equipos, creo que en la diversidad, el equlibrio y la oportunidad esta la clave.
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