¿QUIÉN CUMPLE HOY? | LORENZO RAMÍREZ | ASESOR RRHH | ALUMNI PADE

¿Quién cumple hoy?

Cuida emocionalmente a los miembros de tu equipo y se sentirán tratados como personas en sus individualidades y no sólo como empleados en sus funcionalidades.


Una oportunidad de acercamiento que puedes aprovechar

Felicitar a alguien es una manera de expresarle la alegría y satisfacción que se siente por una vivencia, una situación grata o una particularidad positiva que le ha ocurrido, y el deseo de que disfrute, de que sea feliz con motivo de esa experiencia.

Un golpe de suerte, la consecución de un objetivo, un ascenso en el trabajo, el nacimiento de un hijo... son circunstancias que mueven a la felicitación, pero en estas líneas nos vamos a centrar en la que nace para celebrar el hecho de cumplir un año más de edad; una tradición que se da en muchas culturas y que, según parece, tiene sus antecedentes más remotos en Egipto, hacia el año 3.000 antes de Cristo, donde sólo cumplía el faraón y lo que se contaba no eran los años desde su alumbramiento, sino desde su coronación. Más tarde, fueron los romanos los primeros que empezaron a celebrar el cumpleaños de nacimiento de sus emperadores.

El hecho de que alguien se acuerde de nosotros y decida felicitarnos implica que tiene presente ese día porque es nuestro cumpleaños y porque nosotros, de algún modo, somos importantes para él.

La forma en que lo exprese, su originalidad, el entusiasmo que demuestre, la alegría, y los buenos deseos que manifieste completan el valor que nos aporta el mensaje.

Se trata, pues, de una iniciativa que genera satisfacción y agradecimiento en tres frentes: el recuerdo de la fecha, los buenos deseos que se formulan y, de manera especialmente importante, la emoción que fortalece el mensaje, y que es bastante más que el mero envoltorio y el lazo de un regalo físico. Una emoción que ha de ser suficiente, sincera, y prudente. Suficiente en el sentido de que impida que se aprecie sólo como un gesto de buena educación, como el mero cumplimiento de una costumbre o de un deber social, sino que evidencie un interés adicional. Sincera, porque debe percibirse sentida, verdadera e incluso, apetecible para el felicitante, que disfruta también del momento. Y prudente, no exagerada, no sobreactuada, porque resultaría incómoda y le restaría valor por escasamente creíble.

¿Qué emoción sientes al recibir las felicitaciones de tus proveedores como El Corte Inglés, Telefónica, Ikea...?; prácticamente ninguna. Son iniciativas informatizadas, igual que cuando te trasladan ofertas, rebajas, lanzamientos, oportunidades y similares. No hay un ser humano detrás al que la fecha le diga algo, le importe para nada. Nadie está pensando en ti, sino en un posible comprador, en un consumidor de servicios, en uno más.

Aún cuando buena parte de lo que digamos pudiera ser de aplicación en el campo de las relaciones familiares y sociales, la idea, en estas líneas, es enfocar las del líder con cada uno de los miembros de su equipo de trabajo a través de unas breves sugerencias dirigidas a fortalecer y humanizar dichas relaciones acercándolo a sus colaboradores.

No es que resulte ser la única llave de la puerta que nos permite acceder a ese acercamiento del que hablamos, impulsor de confianza, colaboración y compromiso. Evidentemente, hay otras muchas, pero, sin la menor duda, ésta, abre la puerta y lo hace de manera eficiente, suave y sin estridencias; y si, por suerte (o por habilidad, tuya o de terceros), tras ella te encuentras ya con un clima positivo, ayudará a reforzarlo, prolongarlo y potenciarlo.

Tampoco es que se trate de unas recomendaciones absolutamente categóricas, especialmente profundas o verdaderamente novedosas, pero, probablemente, sí que nos puedan ser de utilidad para testear nuestro modus operandi y detectar alguna oportunidad de mejora.

De modo que, amigo director, jefe de equipo, supervisor... ¡aquí te van!:

1.- Asegúrate de tener controladas las fechas de sus cumpleaños

Recopílalas, pásalas a tu agenda electrónica o a cualquier otra aplicación que te haga llegar un aviso recordatorio de cada una de ellas. Si no te resultara sencillo personalizar el contenido de los mensajes puedes optar por un primer aviso para que te asegures de prepararlos y un segundo, para que no olvides trasmitirlos. 

A ser posible, felicita a primera hora del día, porque bien sabes que, en muchas ocasiones, la jornada se complica y te absorbe hasta el punto de olvidar el mundo que te rodea.

Que no se te escape felicitar a ninguno; el descuido podría ser recibido por el ignorado como un desaire o hasta como un agravio.

2.- Comprueba que quien cumple no es alérgico a la felicitación

Evidentemente, la sensatez aconseja, antes de tomar ninguna otra iniciativa, intentar asegurarte de que no forme parte de esa clase de personas que, por la razón que sea, no lleva bien o, incluso, le incomoda que lo feliciten en su cumpleaños. Acaso porque la fecha les recuerde la pérdida reciente de un ser querido, porque les duela eso de cumplir años asociándolo a limitaciones o disfunciones, porque crean que les conduce a una cercanía, a una familiaridad que no desean -como le ocurre al clásico “jefe distante”- o por cualesquiera otros motivos diversos.

De ser así, y teniendo en cuenta que te conduciría a tratarlo de manera diferente que al resto de sus compañeros, con el agravio que podría implicar, lo más adecuado sería aclararlo de manera incuestionable con el interesado (por ejemplo: “Me han dicho que no eres partidario de que te feliciten en tu cumpleaños; ¿es verdad?, porque de ningún modo me gustaría incomodarte”) y, luego, obviamente, de confirmarse, ser respetuosos y abstenerte de felicitaciones y manifestaciones referentes a la particularidad de ese día.

3.- Toma la iniciativa. Sé el primero en felicitar

No te quedes atrás limitándote a sumarte a la enhorabuena del resto del equipo; no vayas “al rebufo”. Toma la delantera.

¿No eres su jefe?; pues, siempre que sea posible, anticípate y lidera también la felicitación. Conviértelo, ese día, en el centro de atención de sus compañeros.

4.- Procura hacerlo en persona

Por supuesto, que si tienes posibilidad, felicitarlo presencialmente sería la forma más apropiada, pero, de no ser posible y si sólo cupiese la vía telemática, mejor utilizar la video-llamada que el teléfono y, normalmente, éste, que un wasap, correo electrónico, SMS o similar.

Como se ve, en general, el vehículo por excelencia es la voz (mejor, si va acompañada de la imagen), pero también puede ser que estés convencido de que tu pluma sea sensiblemente más diestra que tu lengua y prefieras darle prioridad, mandando primero un mensaje escrito más trabajado y felicitándolo luego, personalmente, de manera más ligera.

5.- ¡No te cortes!, ¡acércate!; raramente muerden

No temas que vaya a generar un futuro exceso de confianza, un acercamiento indeseado. En la relación con los miembros de tu equipo, eres tú quien controla el grado de apertura de esa puerta, y siempre podrás corregirla y reconducir la situación en caso de que te incomode. Obvio es decir que abrirla y cerrarla de manera repetitiva desconcierta y te hace perder crédito.

Si, por el contrario, el cumpleañero es tu jefe, ten en cuenta que es él quien controla el grado de apertura de la puerta. Mide bien; mejor que te quedes algo corto que no que te pases ni un pelo.

6.- Evita consumir precocinados

En la medida de lo posible, no utilices las felicitaciones pre-elaboradas, estándar y vacías que te ofrecen ciertas aplicaciones, como LinkedIn, Facebook, etc. y que se lanzan con un mero click. Pero, si te decides usarlas, al menos, añade su nombre y algún comentario más, por breve que sea, que humanice mínimamente el mensaje y le dé un cierto toque personal, porque seguro que se merece algo más que el escaso esfuerzo de pulsar una tecla.

7.- Prepara bien lo que vas a decir o a escribir

No es preciso que sea un largo y profundo panegírico, pero a la hora de desarrollar y decidir lo que vas a transmitir, personalízalo; piensa en él o en ella, en sus circunstancias recientes, en sus expectativas, en sus fortalezas... El ingenio, un toque de humor, la relación con alguna situación cercana curiosa, original, agradable o divertida que haya vivido o esté viviendo, el golpe de aliento y confianza ante un reto próximo que le toque afrontar... pueden darle ese matiz particular y exclusivo que estamos buscando.

Tampoco ha de ser algo excesivamente conciso, esquelético, que evidencie sólo el interés en cumplir la formalidad y quitarse el tema de un “Feliz Cumpleaños”, a secas, y de ser escrita la felicitación, tampoco es suficiente con añadir tres o cuatro emoticonos (el globito, la tarta, las cervezas o las copas de champagne...); no sería más que una manera de certificarles que es un mero formulismo, que te limitas a cumplir con una de las tareas que tenías programadas para el día.

Lo que sí que resulta absolutamente imprescindible, sea cual sea la vía de expresión -presencial o telemática, oral o escrita- es utilizar el nombre del agasajado, que facilitará que el mensaje crezca en valor al ser apreciado como más personal.

Un pobre y seco “¡Feliz cumpleaños!” no es sólo que no suene suficiente, es que puede percibirse como serio, cortante e incluso desagradable.

¿A que no recibimos del mismo modo un “¡Felicidades!” que, hasta un simple y escasamente original“¡¡¡Que tengas un Feliz cumpleaños, Andrés. Disfruta de tu día. Un fuerte abrazo!!!”?

8.- ¡Sé ecuánime!

Esfuérzate por lograr que todos los miembros de tu equipo reciban un trato similar. Si una felicitación resulta más corta que otra, esmérate en lograr que sea más simpática, original u ocurrente; todas deberían pesar, aproximadamente lo mismo. Sigue el mismo criterio que utilizas con los regalos a tus hijos: seguro que haces lo preciso para que ellos los perciban como equilibrados, aun cuando sean esencialmente diferentes.

No debe haber atenciones de clase preferente y de clase turista, pero sí que le puedes dar –y yo diría que casi mejor en privado- un toque adicional en atención al mérito (colaboración, esfuerzo, capacidad... del sujeto); es justo hacerlo, sobre todo, teniendo en cuenta el escaso número de recursos que sueles tener a disposición para reconocer y agradecer este tipo de aportaciones.

9.- ¡Siéntelo!

Imprime emoción a lo que vas a decir o escribir, hazlo con ganas y, por supuesto, en sintonía con el grado de familiaridad que tengas con él/ella.

Felicitar es desear felicidad evidenciando la que sientes al hacerlo. Por eso, si no logras sentirla corres el serio riesgo de que se aprecie como fingida o falsa.

Reza el refrán que “Antes se coge a un mentiroso que a un cojo”. 

10.- Combina la emoción con la prudencia

Justo para equilibrar lo expresado en el apartado anterior, “no te pases”, sé prudente. Los excesos son peligrosos indicativos de falsedad.

No olvides que se trata de un escenario en el que intervienes como sujeto agente, pero en la que también concurre, como sujeto paciente, tu colaborador festejado, con sus expectativas, sus criterios, sus gustos y sus rechazos. Quizás tu excesiva afabilidad pueda resultarle incómoda. No dejes de estar atento a sus reacciones; son clave para modular lo que dices y cómo lo dices.

No dudo que algunos entiendan que cumplir estas diez recomendaciones resulte difícil y trabajoso, y que ya tienen bastantes problemas en el día a día como para “meterse en estos berenjenales”.

No obstante, seguro que no les cabrá ninguna duda de que su mayor responsabilidad como conductores es sacar el máximo partido al motor que han puesto entre sus manos, y que para eso es necesario demostrar la habilidad precisa para lograr que cada uno de sus componentes responda de manera excelente.

Pues bien, probablemente, siguiendo estos consejos, dispondrán de más posibilidades de fortalecer el clima de su área de responsabilidad, de potenciar la lealtad de sus miembros, de reforzar su propia capacidad de influencia y, en definitiva, de lograr que el motor no sólo corra sino que vuele.

Los ingredientes de la receta son bien simples: un puñado de compromiso, un cucharadita de creatividad, una rama de equilibrio y unas gotas de ilusión. Tampoco es tanto.

¡No seas flojo!.

Ni se te ocurra concluir que es mejor no dar ningún mensaje, o dar a todos el mismo.

Decía Jim Rhon (empresario y conferenciante motivador americano) que en la vida siempre debemos sufrir el dolor de la disciplina, por ir en busca de lo que deseamos (y añado yo, “y de superarnos y hacerlo cada vez mejor”), o el del arrepentimiento, por no atrevernos a hacerlo; y que el dolor de la disciplina pesa kilos, pero que el del arrepentimiento, toneladas”.


Lorenzo Ramírez, Agosto 2022


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