5 REGLAS PARA SUPERAR LOS RETOS EN LA EMPRESA FAMILIAR | PROF. JOSEP TÀPIES | IESE
1 – Tratar a la empresa como empresa, y a
la familia como familia
2 – Anticiparse para evitar las sorpresas
3 – Disponer de estructuras para casi todo
4 – Prestar atención al crecimiento y
tener espacio para todos
5 – ¡Evitar los cinco errores clásicos en
los que suelen caer las empresas familiares!
Muchas de esas compañías ya han dado el
paso de empresa familiar a familia empresaria, y aunque los cinco principios
son importantes, aquí pondremos el foco en el primero: la necesidad de separar
bien los ámbitos de la empresa y la familia.
En la etapa inicial de una empresa
familiar, es muy fácil que las cosas se confundan. Propiedad,
gobierno y dirección son ejercidos por la misma persona: el fundador o la
fundadora.
Por eso, es inevitable que la
empresa irrumpa en la familia durante los primeros años de la empresa.
Durante esta etapa, los fundadores hacen todo para liderar el proyecto
empresarial, que la familia llegará a conocer bien, o por lo menos el
sueño común, la visión.
No se trata de una de esas start-up,
que van pensando todo el tiempo en la siguiente ronda de financiación, que
naturalmente producirá cambios en la estructura de la propiedad.
Aquí hablamos de un proyecto familiar. En la cabeza de quien crea una empresa familiar, lo
que hay es un proyecto que quiere compartir con su propia familia,
que en edad temprana será su cónyuge pues los hijos todavía son niños.
No hay que olvidar que esos niños crecen
rápido y desde muy jóvenes, entienden mucho más de lo que los adultos nos
imaginamos. Esos niños, futuros herederos del legado, aprenderán
los valores reinantes en la empresa familiar en la mesa del
comedor.
No hacen falta clases para eso, y por otra
parte no servirían de nada. Los valores no se enseñan en una pizarra,
se contagian igual que la energía positiva o la gripe.
Las familias y las empresas siguen reglas diferentes
Ese nivel de compenetración familiar es muy bueno por lo que hace referencia a los valores, pero entraña el riesgo que hemos anunciado anteriormente: la confusión de ámbitos. La familia tiene unas reglas de juego basadas en querer a las personas por quienes son y no por lo que hacen.
En la empresa, las reglas son otras. En
ese ambiente, impera la racionalidad; en la familia, manda el corazón.
Las empresas familiares exitosas se
preocupan de separar a tiempo los dos ámbitos.
No hacerlo es muy peligroso.
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